Montrachet Grand Cru 1999 de Maison Louis Jadot

Grande, grande, grande. Espectáculo mineral reflejado en blanco. Decir Montrachet evoca a la más excelsa expresión de la Borgoña blanca. De estas 8 hectáreas de Chardonnay repartidas a partes iguales entre las comunas de Puligny y Chassagne, según Neil Martin actualmente 33 propiedades embotellan vinos con derecho a mención de este Grand Cru. Y las botellas más cotizadas son las provenientes de las 0,67 hectáreas propiedad de Domaine de la Romanée-Conti.

De una indeterminada porción de esta parcela, Jacques Lardière, enólogo de Louis Jadot, vinifica este pago siguiendo las doctrinas clásicas de la Borgoña, mediante fermentación en barricas de roble y posterior crianza, entorno a los 18 meses. La Maison es propiedad de la familia Kopf, importadores de sus vinos a Estados Unidos a través de su empresa, Kobrand Company. Dato curioso, la promoción realizada por la familia en el mundo audiovisual norteamericano hace de las etiquetas de la Maison de las más mediáticas de la Borgoña (por ejemplo aparecen botellas de Jadot en series tan exitosas como “Friends” o en películas como “Mickey Blue Eyes”, donde sus vinos son servidos en el bodorrio final).

Y ya que estoy, saliéndome por la tangente, voy a romper dos lanzas a favor de dos conceptos algo denostados por los consumidores habituales. Uno es la imagen de las Grands Maisons en la Borgoña, donde he llegado a oír de verdaderos apasionados que sus vinos suelen ser vinos sin alma (ajem) y luego, en pro del formato de botella a 37,5 cl., tan óptimo para consumos a corto-medio plazo, aportando nuevas soluciones para el consumo en el mundo de la restauración, tan afectado por las leyes que se están promoviendo en España.

Pero entremos en materia. Realmente, sabiendo que estoy cometiendo un infanticidio, la visual es claramente joven, con tonalidades pajizas, limpio y brillante, con cierta densidad en el movimiento. Profundo ya, en nariz se muestra complejo, maduro y persistente, evocando una nariz donde la fruta (albaricoque) se siente ligada a los especiados, a las setas frescas, amielados y ligueros toques de humo, galleta y sílex, bajo un fondo de tiza, evocando su origen calizo. En boca muestra una textura untuosa, sabrosa, pero equilibrada y persistente, dejando un rastro por la boca impresionante e imponente, delineado perfectamente por la acidez. Grande y duradero, aún lo siento en boca. 96 PF.

Sin duda, se trata de un regalo para los sentidos. Se pueden localizar los vinos de la Maison en Vilaviniteca y Celler de Gelida, en Bcn. También en los centros de El Corte Inglés de la ciudad condal se pueden localizar.

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